CASA

ENTREOLIVOS

Zaragoza

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La materialización del proyecto se torna fundamental para lograr así ubicarse a mitad de camino entre el volumen construido y la amplitud del entorno. Una materialidad confusa a base de elementos de vidrio como cerramiento y celosías metálicas como estructura que generan una construcción que a veces es transparente y otras opaca, que unas veces parece diluirse y otras ser extremadamente pesada, convirtiéndose en un espacio de transición suave y natural que varía no solo en función del punto de vista sino incluso del momento del día en que se observe.

Muy cerca de la ciudad pero inmersa en la tranquilidad del campo, nos encontramos con esta vivienda aislada cuya planta quebrada se entremezcla con el cuidado jardín. En este lugar, dominado por la agricultura, unos jóvenes olivos anexos a la vivienda son el origen del aceite que aquí mismo se produce y que pasarán a ser parte imprescindible de este bonito proyecto.

El origen de este es modesto, dar solución a los pequeños problemas cotidianos: una cocina que se ha quedado pequeña, un porche mal orientado, estrecho y desconectado de la zona de día y, en último término, la piscina preexistente y el deseo de multiplicar sus días de uso con un cerramiento acristalado. Sin embargo, el desarrollo del proyecto ha sido mucho más ambicioso proponiendo un juego de elementos de límites difusos capaces de solucionar el programa funcional pero también de fomentar la hasta ahora inexistente relación entre la vivienda y el olivar debido tanto a la propia morfología de la vivienda como al cerramiento vegetal que delimita el jardín y que se procede a eliminar. Así, el proyecto avanza hacia el sur, en busca de la luz y del olivar, no solo como una postal a la que mirar sino como un lugar del que disfrutar.

La conexión con la vivienda preexistente se produce a través de la renovada cocina donde un nuevo espacio de comedor avanza hacia el jardín convirtiéndose en lugar de reunión familiar. El porche surge como prolongación de este, adaptándose al ancho de la zona de día pero separándose respetuosamente para garantizar la luz e independencia de la zona de estar. El porche supone un elemento de transición entre la vivienda y la naturaleza artificial del olivar que se desordena, al igual que la arquitectura se desdibuja, para fusionarse ambos en un solo todo.

En la misma línea del resto de la intervención, el cerramiento de la piscina preexistente como elemento meramente funcional se adapta a las líneas de la vivienda pero se materializa de forma liviana mediante una delicada construcción en vidrio y acero. El volumen compacto definido por la zona de baño se diluye hacia el sur en forma de solarium cubierto parcialmente mediante una ligera pérgola de vidrio.

La materialización del proyecto se torna fundamental para lograr así ubicarse a mitad de camino entre el volumen construido y la amplitud del entorno. Una materialidad confusa a base de elementos de vidrio como cerramiento y celosías metálicas como estructura que generan una construcción que a veces es transparente y otras opaca, que unas veces parece diluirse y otras ser extremadamente pesada, convirtiéndose en un espacio de transición suave y natural que varía no solo en función del punto de vista sino incluso del momento del día en que se observe.
Plano de EMPLAZAMIENTO
PLANTA | Estado reformado
ALZADO SUR | Estado previo y reformado

Créditos

Arquitecto: David Martínez García | TANGRAM ARQUITECTURA + DISEÑO
Equipo: Santiago Elía García, Javier Muñoz Escolano y Jose Miguel Escosa

Promotor: Privado
Contructora: 78 Interior Construction.
Fotografía: Iñaki Bergera

Premios

PREMIOS

XXX

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